Muchas organizaciones consideran que la calidad tiene un costo y que hay que esperar por tiempos mejores para invertir en procesos de mejora continua. Veamos por qué esto es un error.
Efectivamente, invertir en sistemas de aseguramiento de la calidad, capacitación, investigación y desarrollo y otros elementos que nos permitan mejorar la calidad de nuestros productos y servicios tiene un costo, no obstante es importante considerar que el costo de no hacerlo implica que aparecerán defectos, fallas y problemas que tienen una serie de implicaciones negativas en el presupuesto de la empresa, no sólo en términos de desperdicios, sino también en cuestiones de pérdidas en la moral de los colaboradores y una mala percepción en los clientes.
Si ponemos en la balanza el costo de los proyectos de mejora contra los costos de las fallas, veremos que las fallas consumen recursos financieros sin aportar nada a cambio.
Fig. 1: Clasificación de costos |
Por su parte, los costos de la calidad se dividen en costos de prevención, los cuales son todos aquellos en los que la organización incurre para evitar que se produzcan las fallas; y los costos de evaluación, que se refieren a los que se originan en actividades que miden el desempeño de los procesos productivos.
En cuanto a los costos de no calidad, es decir, los costos de falla, podemos distinguir los costos que ocurren de forma interna en la empresa y que se corrigen para evitar que lleguen al cliente; por otro lado, los costos de falla externos contemplan los costos que surgen a partir de los problemas que afectan a nuestros clientes.
El video a continuación explica dichos costos y presenta algunos ejemplos de cada una de las clasificaciones.
Finalmente, el propósito de identificarlos, es que podamos dirigir la forma en que la empresa logra una mayor satisfacción en los clientes en lugar de reaccionar a los problemas una vez que han ocurrido.
Apreciaré tus comentarios. ¿En tu empresa, qué clase de costos concernientes a la calidad se presentan?
Bibliografía:
Gutiérrez, H. (2014) Calidad y Productividad. México: McGraw Hill. (Páginas 22-23)
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